DIOSES DE LOS CUALES PODEMOS HACERNOS CARGO
Esta reacción cultural de algunas tribus aborígenes suele tomarse con cierta sonrisa piadosa, no obstante lo cual nosotros pensamos que esconde una significación profunda y un mensaje sobre nosotros mismos, nuestra forma de interactuar con la realidad, e incluso sobre nuestro ancestral pasado antediluviano.
Deberíamos tomar las reacciones provocadas en estos humanos primitivos por una repentina e inesperada invasión tecnológica como base de estudio primordial antes de comenzar la investigación e intento de interpretación de cualquier civilización perdida, o incluso de nuestra propio acervo religioso-cultural, ya que se trata de una oportunidad única y tal vez irrepetible de comprender la base de todas nuestras religiones y tradiciones, sus deformaciones y sus bases científicas originales, cuya comprensión profunda nos provocaría la misma piadosa sonrisa sobre nuestras creencias que la que nos dibuja la reacción de los aborígenes del Pacífico y otras zonas que resultaron aisladas del avance técnico-científico ( porque aquí no se trata de ver cómo reacciona una cultura primitiva ante una tecnología superior, sinó de cómo la ignorancia es ingenua y a la vez fabricante de curiosidad, miedo, veneración y ritos ).
Pero empecemos por el principio, que es la cronología objetiva de los acontecimientos para luego abocarnos a analizar sus consecuencias culturales y religiosas aplicando una simple lógica inductiva:
Vamos a citar varios ejemplos que originaron el “Culto del Cargo”, definición acuñada por el famoso físico Richard Feynman, pero el que mencionaremos en primer lugar es el más emblemático, protagonizado por los soldados norteamericanos durante la Segunda Guerra Mundial:
Vamos a citar varios ejemplos que originaron el “Culto del Cargo”, definición acuñada por el famoso físico Richard Feynman, pero el que mencionaremos en primer lugar es el más emblemático, protagonizado por los soldados norteamericanos durante la Segunda Guerra Mundial:
Muchas islas del Pacífico Sur ( en Australia y en las regiones insulares de Melanesia y Micronesia ) permanecieron durante muchísimo tiempo aisladas del resto del mundo y sus pobladores vivieron en una sociedad tribal congelada en el tiempo.A principios de 1940, cientos de miles de soldados estadounidenses llegaron sorpresivamente por mar y aire, con el objetivo de construir bases militares, y reclutaron la ayuda de los aborígenes para construír pistas de aterrizaje, muelles, carreteras, hospitales y puentes cuyas estructuras y velocidad de construcción resultaron a la vez extrañas y maravillosas para los nativos.Pero lo que detonó definitivamente en los habitantes de las aldeas la idolatría y el endiosamiento de los norteamericanos fue el material de guerra y demás provisiones que era enviado regularmente: un avión descendía de los cielos con grandes estruendos ( “ enormes pájaros tronantes” ), luego abría una gigantesca boca desde cuyo interior surgían cajas llenas de ropa, herramientas, alimentos enlatados, medicinas, Coca-Cola, linternas, relojes, motos, golosinas, camiones, gafas para sol, tiendas de campaña, radio-transmisores y emisores ( “cajas mágicas para comunicarse con los dioses del cielo” ) y cientos de productos que los norteamericanos compartieron generosamente ( a diferencia de algunos “evangelizadores” ingleses y franceses que habían llegado previamente ) con ellos, y cuya diversidad los fascinó hipnóticamente.
Ungidos por una mística curiosidad, rogaron a los militares estadounidenses que les dijeran qué nombre se le otorgaba a tal generosidad del cielo para poder hacer llover ilimitadas riquezas, a lo cual los soldados contestaron naturalmente: “oh, yeah: that’s the cargo”( expresión anglosajona con la cual se engloba todo tipo de mercadería transportada por barco o avión ). Los aborígenes observaron sólo unas pocas propiedades de un fenómeno y automáticamente le dieron una interpretación tan absoluta como falaz: ( error típicamente humano y no exclusivo de mentalidades primitivas ) los hombres blancos provenientes de un lugar en los cielos llamado USA y que podían volar, eran “ángeles” que recibían su “maná” sin necesidad de cazar, encontrar o cultivar alimentos, a diferencia de ellos, que eran pobres pese a deslomarse día a día.
Cuando la guerra terminó varios años más tarde, los estadounidenses se fueron tan rápido y caprichosamente como había llegado, abandonando las bases militares e interrumpiendo abruptamente el constante flujo de carga que tanto había “iluminado” la vida de los isleños.
De allí nació la moraleja de que los dioses pueden ser caprichosos, implacables y despreocupados sobre los asuntos de los mortales, tanto como los planetas del sistema solar lo son con las necesidades humanas.Psicológicamente, tribus básicamente capaces de vivir autosuficientemente en un mundo salvaje, habían sido retrotraídas ( a través de la dependencia del cargo” ) a las raíces de dependencia materna de la infancia y consecuentemente reactivada su impotencia original y la necesidad de reclamo de lo que de repente tan desesperantemente se había secado, por lo cual los hombres de la aldea sintieron un profundo desamparo y decidieron poner en marcha un plan para traer de vuelta aquel “maná”. Habían observado durante años el proceder y las misteriosas actividades secretas que utilizaban aquellos ángeles de USA para convocar el “cargo” y hacerlo llover del cielo.
Por lo tanto, debían copiar sus ritos mágicos y así los maravillosos productos volverían a aparecer en abundancia en sus tierras.
Construyeron sus propios aviones, su propio tipo de pistas de aterrizaje, y torres de control con cuerdas y antenas de bambú, auriculares de radio y un controlador de tráfico aéreo de madera tallada.Día tras día se sentaron en sus torres imitando las actitudes de los soldados paso por paso, incluyendo un controlador realizando las señales de aterrizaje para atraer los aviones desde el cielo.
Ante el fracaso incial, pensaron que no habían sido lo suficientemente puntillosos, y construyeron más torres esta vez con agregados de latas de conservas colgadas en cables para imitar las estaciones de radio ( a través de las cuales se podrían comunicar los ángeles con ellos ), muelles para atraer los barcos y el emblema de la Cruz Roja que habían observado en las ambulancias durante la guerra, trataron de imitar uniformes con sus pinturas, gestos, desfiles militares, fusiles de bambú y hasta gritos que recordaban de los soldados.
Los papúes de Nueva Guinea, los naturales del archipiélago de Bismarck y los de Nuevas Hébridas,los kukukus; todos sin excepción imitaron los “ritos mágicos” en espera del “cargo”. Y claro es que el tan ansiado “cargo” nunca volvió a aparecer tras la partida de los soldados, pero la fuerza propia de la tradición social y la enseñanza de ritos, logró perpetuar la “esperanza de un futuro regreso”, dando lugar al nacimiento de nuevas religiones tan fuerte y definitivamente arraigadas ( a pesar de haberse familiarizado actualmente con el funcionamiento del mundo moderno ) que ante el cuestionamiento de algún ocasional turista respecto a lo irracional de dicha espera, seguramente por parte de los sacerdotes “cargo” la respuesta típica será: “Ustedes llevan 2000 años esperando a vuestro mesías, nosotros sólo 70”.
La creencia religiosa mutó finalmente a que las manufacturas occidentales que llegaron a las islas fueron una creación de espíritus divinos, destinadas al beneficio de los nativos, como reconocimiento de sus ancestros a su buen comportamiento ( el paso del tiempo posterior sin similares resultados sumado a la falta de comunicación “divina” derivó en una patología sobre imaginarios pecados para evitar que la disfunción estructural jerárquica ( dios-hombre ) termine en un callejón sin salida, fundamentando que el accionar de los “beneficiarios” se volvió impropio y cayó bajo cuestionamiento moral divino ) , con el control de los ángeles-USA como intermediarios entre dios y ellos, y que un día volverán a entregar a la comunidad bienes de mucho más valor.
Surgieron profetas llamados “mensajeros” que comenzaron a predecir fechas futuras para el regreso de los aviones y barcos para su pueblo escoltados por los ángeles-USA.
El símbolo de la Cruz Roja se convirtió en el ícono de la nueva religión, y hoy día se encuentra esparcida en la zona como testimonio de fé.
El símbolo de la Cruz Roja se convirtió en el ícono de la nueva religión, y hoy día se encuentra esparcida en la zona como testimonio de fé.
Se dedujo conforme a fantasiosas “pruebas corroborativas“ que los ángeles-USA no habían desaparecido, sinó que se encontraban viviendo en las profundidades de los volcanes, desde donde retornarán para llevarles las riquezas prometidas.
También hizo su aparición el primer “conspirativo” dentro de la tribu: su nombre era Baterí, y había aprendido a leer y escribir. Durante la guerra, fue enviado a un almacén militar a cargar unos bultos, y quedó paralizado cuando descubrió una pila de cajas etiquetadas “Baterías”, con lo cual Bateri dedujo que el “cargo” era enviado por sus antepasados a su tribu ( ¡específicamente, a su nombre! ), pero eran interceptados por los aliados americanos y europeos que se apropiaban indebidamente de él.
Otro “conspirativo” surgió como consecuencia de una campaña de las autoridades australianas para intentar desalentar la religión del “Cargo”: enviaron al hijo de un famoso guerrero tribal a conocer Sydney, con la esperanza de que una visión completa “del bosque” lo hiciera comprender su error de fé.
Durante su viaje, visitó un museo antropológico donde vio expuestos objetos sagrados de culto de su pueblo, con lo cual llegó a la conclusión de que Sydney era una ciudad tan poderosa debido a que los australianos habían robado el arte sagrado de su gente y construido un templo para contenerlo y aprovechar sus poderes mágicos.
El culto del cargo llegó a tener durante la Segunda Guerra Mundial un dios con nombre y apellido: John From.
No se trataba de un nombre y un apellido, sinó que estaba relacionado con la forma de identificarse que tenían los soldados norteamericanos: nombre y lugar de origen.
No se trataba de un nombre y un apellido, sinó que estaba relacionado con la forma de identificarse que tenían los soldados norteamericanos: nombre y lugar de origen.
Por ejemplo: “I’m John, from New York” por lo cual los aborígenes sólo mantuvieron las primeras dos palabras para bautizar a su deidad.
Todos los años el 15 de febrero se celebra la más sagrada de las festividades religiosas para los nativos de la isla de Tanna en la República de Vanuatu, en honor de su dios, se visten y se pintan y marchan como soldados del ejército de los EE.UU., e imitan el izamiento de la bandera del Estado de Georgia junto al emblema de la Infantería de Marina en un mástil al pie del volcán Yasur,bajo cuyas profundidades vive actualmente John From.
Actualmente, se enfrenta a From un nuevo profeta, Fred, que propone la vuelta al cristianismo puro, y que ha provocado duros enfrentamientos entre fanáticos de ambos bandos.
Ejemplos muy similares se han producido en la selva amazónica y africana, en los desiertos o los inhóspitos lugares helados del planeta:
LA COSA QUE ROBA LA VOZ
LA COSA QUE ROBA LA VOZ
En Filipinas la tribu tasaday desarrollaba su vida como en plena prehistoria.
Fueron descubiertos en junio de 1971 por el antropólogo Manuel Elizalde, siendo por entonces unas 100 personas que habitaban la provincia de Cotobato, en la isla de Mindanao.
Fueron descubiertos en junio de 1971 por el antropólogo Manuel Elizalde, siendo por entonces unas 100 personas que habitaban la provincia de Cotobato, en la isla de Mindanao.
Desconocían la agronomía, la agricultura, los metales y eran completamente incapaces de curar a los enfermos.
Ulrich Dopatka en su artículo “Cargo-Kulte: Vorgestern-heute-gestern” , relata: “Cuando los primeros etnólogos llegaron en helicóptero al pueblo de los Tasaday, en Filipinas, una anciana cayó de rodillas y se cubrió la cara. Otros nativos fijaron la vista en el celestial vehículo desde una prudente distancia. Luego del primer renuente contacto, los científicos “contrabandearon” una grabadora dentro de la cueva de una familia tasaday. Las conversaciones grabadas en la “cosa que roba la voz”, como los tasaday más tarde llamaron a la máquina, revelaron que los nativos habían estado profundizando con respecto al “Gran Pájaro”, el cual les había traído varios objetos preciosos. Los nativos razonaban que si se congraciaban con los “habitantes del Gran Pájaro” ellos podrían darles más presentes.”
FUERON LOS RUSOS
El mismo Ulrich Dopatka cita otro claro ejemplo relacionado esta vez con una tribu venezolana llamada los Pemon: “De acuerdo a la tradición, los Pemon, una tribu que habita la Gran Sabana de Venezuela, fue introducida a su cultura por un dios llamado “Chiricavai”, quien retornó a las estrellas luego de su visita a la Tierra y prometió regresar por ellos algún día. Estudiando recientes dibujos de los indios pemon, la etnóloga venezolana Sra. L. Barceló descubrió con sorpresa que los nativos habían incluido un extraño objeto en la esfera de su dios Chiricavai, un objeto que no se encontraba en las antiguas pinturas. Cuando le pidió explicaciones al gran sacerdote de la tribu, le respondió lacónicamente: “esos son los rusos”.
¿Un símbolo ruso en el entorno celestial del dios de los Pemon? Ulrich Dopataka lo explica así: “Un miembro de la tribu se había enterado de algún modo que los rusos habían puesto en órbita un vehículo celestial – un satélite – en el Universo. Así, los Pemon dedujeron que los rusos podrían ayudarlos a comunicarse con su antiguo dios Chiricavai. En consecuencia, los miembros de la tribu les escribieron una carta en la cual les solicitaban que entreguen un mensaje a su dios Chiricavai, y la enviaron a través de un misionero , al Primier Ministro ruso.
Lo especialmente fantástico de todo lo que hemos relatado hasta aquí es que está convenientemente documentado, fotografiado y existe actualmente para cualquiera que pueda y quiera viajar para comprobarlo, y que nosotros, positivamente, somos los dioses para una importante cantidad de semejantes en este mismo planeta y que podemos confirmar positivamente que lo somos a su imagen y semejanza.
La ignorancia es ingenua, la mente da pronta cabida a lo ritual ( que es una mala interpretación de una realidad ) cuando su umbral de comprensión es abruptamente superado por circunstancias ajenas a su entorno habitual, dando lugar a imitación de formas aunque en completa ignorancia de fuentes o principios, lo cual las vuelve completamente estériles y sin sentido empírico. La actitud a este respecto es idéntica en todas partes del planeta independientemente de si se trata de aborígenes primitivos o ciudadanos de grandes ciudades tecnológicas ( estos últimos están incluso expuestos a la posibilidad de la explosión de una o varias “singularidades tecnológicas” ).
Nuestro pasado ancestral indudablemente se encuentra teñido de similares falacias en las leyendas y religiones de cultos a dioses de carne y hueso y en sus interpretaciones arqueológicas, e incluso hoy día origina las mismas falacias corroborativas: un ser extraterrestre, por poseer una tecnología sorprendente para nosotros, se transforma para algunas mentalidades en “un ser de luz”, transfiriéndose ingenuamente las propiedades de su tecnología a las características de su especie. Para quienes creen en el “Culto del Cargo”, los pilotos norteamericanos eran también “seres de luz divina”. La misma equivocada transferncia en ambos casos: la respuesta que podemos dar con certeza ( porque lo conocemos como real y nó como producto de alguna imaginación exaltada ) es: pilotos estadounidenses “de luz” no había absolutamente ninguno: habría buenos y malos muchachos, todos ellos con parecidas virtudes y defectos básicos a los de sus adoradores aborígenes. No obstante, ellos serán siempre lo que su umbral de comprensión les permita interpretar…al igual que todos nosotros con nuestros dioses venidos desde las estrellas hace milenios, que encerraban realidades tecnológicas mucho más fascinantes que los relatos poéticamente ornamentados que crearon nuestras empobrecidas percepciones.
Para encontrar respuestas, sólo se trata de examinar la historia de una manera objetiva, liberándola de patologías propias de la especie, de la desinformación de las Ciencias actuales, de la verosimilitud retrospectiva y la prueba corroborativa, ( por estar demasiado viciadas por la fragilidad de nuestros conocimientos, limitaciones y condicionamientos en la observación y la experiencia ), renunciando a toda evidencia confirmatoria que apoye un resultado deseado reconociendo que lo que no sabemos es mucho más importante que lo que sabemos. Nada más…y nada menos.
El relato de este post es realmente un conglomerado de sensaciones, te lleva de la ternura hasta el asombro, de la carcajada a la tristeza, es un imperdible de la especie humana…
ResponderEliminarQue vacío tan grande tenemos con nuestro origen…, que oscuro miedo nos produce no tener a alguien arriba o debajo de nuestra especie…, la profundidad de nuestra angustia es directamente proporcional al vuelo de nuestra ingenuidad , que cuanta más altura toma más petrifica las alas de sus creencias a cambio de un puñado de amparo abstracto.
Me recordó a Lost pero en versión de cabotaje jajajaj
…y bue, como bien dice una frase made in Argentina: ¡¡¡¡¡¡Que difícil es hacerse “cargo”!!!!!!!
La Redonda FROM :o) Bs. As.
Che!
ResponderEliminarSi es varón ponele "Baterí"!!!!!!
Sls. El Negro!! jaja