jueves, 26 de mayo de 2011

JAPÓN POR DEBAJO DESPUÉS DEL MAREMOTO CON TSUNAMI

Según artículos publicados por la revista Science, estudios realizados sobre los efectos subterráneos del maremoto y tsunami del 11 de marzo en Japón, dieron por resultados daños mucho más importantes de lo que se había previsto científicamente.
La zona es aún un lugar potencialmente peligroso y complejo, con una enorme cantidad de estrés sísmico latente lo cual la hace particularmente susceptible a nuevos y más devastadores terremotos que el ya acontecido.
Los artículos se basan en la data que han arrojado cinco instrumentos geodésicos que la Guardia Costera japonesa había colocado bajo el agua entre el 2000 y el 2004 a lo largo de la falla responsable del colosal terremoto, uno de ellos casi en el epicentro del sismo.
Las mediciones realizadas una semana después mostraron que en dicho sitio el fondo del mar se había movido unos 79 metros (¡!) al este-sureste desde la medición anterior, realizada en febrero, y se había levantado alrededor de 3 metros. Bajo la superficie del lecho marino, el movimiento debió ser aún mayor: entre 160 y 200 metros (¡!).
Una reconstrucción hecha a partir de datos GPS por el Instituto de Tecnología de California mostraron que la zona había acumulado grandes presiones de otros segmentos de placas antes del terremoto.
Anteriormente, los científicos sostenían que las líneas de fallas no estaban bajo la presión de otros segmentos pero el equipo de profesor Mark Simons demostró que esta hipótesis era errónea. Nosotros sostenemos este mismo principio.

Claro: esta evidencia pone de cabeza todas las defectuosas previsiones hechas "científicamente" de manera previa y amplía incluso considerablemente las zonas de riesgo potencial en Japón para los científicos ( que no obstante siguen mirando el árbol y nó el bosque ) y nosotros agregamos que en el resto del planeta también.
Volviendo a la geografía japonesa, diremos que la zona sur del país ha experimentado un conjunto de sismos de magnitud mayor a 8 , lo cual podría significar que la región ha llegado a una desestabilización global que la haría aún más vulnerable a una ruptura catastrófica.
"Tenemos que contemplar la posibilidad de esta área puede producir otro gran terremoto y mantenerla bajo vigilancia extrema" dijo Simons.

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