martes, 2 de febrero de 2010

MALTRATO INFANTIL: LA VERDAD DE LA MILANESA

Con muchísima más frecuencia de la que suele reconocerse ( como ocurre con las violaciones en adultos, pero potenciado ) los niños son tratados por sus propios padres como objetos sospechosos, bestias, o monstruos poseídos, básicamente pecaminosos o enemigos que necesitan ser mantenidos débiles o dominados, haciéndolos objeto de violentas y despiadadas descargas de sus propios odios, frustraciones, resentimientos, ambiciones y miedos.
No existe aparentemente una razón para este maltrato infantil, ya que los niños son por naturaleza receptivos, alegres, confiados, curiosos, valerosos y más imaginativos que los adultos, y deberían despertar reacciones de simpatía, cariño y respeto ( sobre todo por parte de sus padres ) hacia sus tendencias naturales. ¿Cuál es entonces la razón por la cual suele ocurrir lo contrario?
UN POCO DE HISTORIA
Durante el reinado de Federico Guillermo III, (rey de Prusia, 1797-1840), un grupo de escritores alemanes empezó a publicar instrucciones acerca de cómo ser padres, basándose en los valores de los estrategas militares prusianos: disciplina estricta, tolerancia espartana al dolor, incomodidad sin queja, auto-negación, sacrificio, y una incuestionable obediencia a toda autoridad.
En 1748 se publicaba:"Ellos ven algo que quieren pero que no pueden tener y se enojan, lloran y patalean... Estas son faltas muy peligrosas que ponen en peligro su educación entera y estimulan cualidades indeseables en los niños," (...)" es hora de resistir a este demonio.. para que el niño no se vuelva completamente depravado.."
"Una vez que los niños han aprendido que el enojo y las lágrimas les harán lograr lo que desean, no dejarán de utilizar los mismos métodos de nuevo, y se convertirán en los amos de sus propios padres.... Pero si sus padres logran sacarles la necedad desde el principio, por medio de los regaños y del garrote, tendrán así niños obedientes, dóciles y buenos."
"Todo debe seguir las reglas del órden para que el niño pueda aprender a someterse estrictamente", combinado con "una absoluta obediencia a los padres y superiores, así como una confiada aceptación de todo lo que hagan éstos." "Deberán aceptar estas reglas hechas por su bien."(sic) (J. Sulzer: Ensayo acerca de la Educación e Instrucción de los Niños.)
J.G. Kruger por su parte explicó también"profesionalmente" las razones para golpear a los niños en 1752: "Si tu hijo... llora con la intención de desafiarte,,,, si insiste en salirse con la suya, entonces golpéalo bien hasta que grite ¡ no papá, no!'.. esto le quitará las ganas de hacerlo de nuevo." .."luego de repetir este procedimiento varias veces, el padre será el amo del niño para siempre".
La complicidad explícita de la sociedad con el abuso infantil ha sido tan perversa como previsible: los gobiernos querían tener niños adoctrinados a través de la escuela pública obligatoria, para que estuvieran listos para luchar y morir por la patria; la industria quería consumidores orientados; las instituciones religiosas insistían en que los niños crecieran apoyando fielmente a la iglesia y que se multiplicaran, para aumentar su número y sus arcas.
La Biblia también acudió en ayuda : 'Aquel que ama a su hijo, lo corrige con frecuencia con el palo, para que sea su gozo cuando crezca'... 'Apapacha a tu hijo y será una calamidad, consiéntelo y te traerá tan solo penas'"
He aquí las raíces del "amor duro", un intento extremo de controlar y suprimir.
Es así que cada generación quedó constituída sólo por los sobrevivientes de esta “educación”, para que luego estos mismos sobrevivientes se convirtieran en victimarios cerrando este círculo perverso.
La tradición heredada al respecto de generación a generación (tatarabuelos a bisabuelos, a abuelos y a nuestros padres) es aceptada como guía sin cuestionamiento alguno por la mayoría de los padres en todo el planeta, a pesar de que sus principales premisas carecen de sustento real, y están basadas en disparates o mitos : el odio puede ser deshechado simplemente prohibiéndolo (¿), se debe respetar a los padres simplemente por ser padres, siempre tienen razón y están libres de toda culpa (?), la ternura excesiva es perjudicial, mejor ser fríos y severos para prepararlos para lo que le espera en la vida (!), lo más importante es cómo comportarse, nó cómo sos (¡), los sentimiento de deber y obediencia producen amor y fortaleza en el niño (¿)
La doctora Alice Miller, autora de libros verdaderamente revolucionarios sobre el tema – y que ya hemos mencionado aquí y volveremos sin duda a mencionar – escribe :"los niños que eran sistematicamente sujetos al taladro de la obediencia alrededor del principio del siglo, fueron no solamente expuestos a la 'corrección' corporal, sino tambien a una severa privación emocional. Los manuales de la crianza de la época describían las demostraciones físicas de afecto... como indicadores de una actitud consentida y maricona. A los padres se les advertía acerca de los desastrosos efectos del consentir a los niños, que era una forma de indulgencia totalmente incompatible con el ideal del rigor y la severidad."
"No podemos culpar a nuestros padres y abuelos por habernos heredado mensajes equivocados, porque ellos no tenían una mejor información disponible en ese momento. Pero nosotros la tenemos hoy en día y no podremos proclamarnos inocentes cuando la siguiente generación nos culpe por haber rechazado la información que teníamos disponible y que era fácil de entender."
La Dra.Miller plantea que ningún adoctrinamiento o escuela, o secta, puede por sí sola desatar el odio dentro de una persona que no haya sido precondicionada en ese sentido, y que todas las patologías mentales, crímenes y fanatismos son ocasionados por este tipo de traumas infantiles no resueltos.
Dice Alice Miller: “Un niño sancionado con la expulsión del colegio no aprende a corregirse. Aprende que el más fuerte tiene derecho a imponer de modo arbitrario su poder. Y no obedece porque crea que es la mejor conducta, sino porque teme. Por eso de mayor se someterá a los individuos más fuertes y aplastará a los más débiles, perpetuando el modelo que vivió de niño con sus educadores. Un buen Director o Rector de Colegio es quien infunde confianza y no temores."

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