jueves, 2 de agosto de 2012

PALMERAS EN LA ANTÁRTIDA

Según los sorprendentes resultados obtenidos por un reciente estudio, las palmeras se balanceaban en las orillas verdes de la Antártida hace 50 millones de años, donde había temperaturas por encima de los  20C.
Encontrar nuevamente a la Antártida con una temperatura semejante, significaría niveles del mar elevados 60 metros, con la consecuente inundación de las principales ciudades del mundo, como Nueva York, Sydney  o Hong Kong ( en definitiva, nó muy diferente a lo que nosotros creemos que ocurrió en el pasado, dejando bajo profundas aguas continentes y civilizaciones altamente desarrolladas ).
Para llegar a estas conclusiones,  los científicos perforaron un kilómetro en el fondo del mar para recoger muestras de polen fosilizado que han permanecido inalteradas durante millones de años y pusieron de manifiesto una  versión muy diferente de la Antártida que existe hoy en día ( y que tal vez también logre empezar a descongelar las neuronas de arqueólogos, geólogos y en general todos los científicos ortodoxos).
Las conclusiones fueron que  durante la época del Eoceno, entre 48 y 55 millones de años atrás, los altos niveles de gases de efecto invernadero en la atmósfera se traducían en altas temperaturas, y la geografía de muchos lugares estaba cubierta por densas selvas tropicales, como hoy lo es el Amazonas ( que es la razón por la cual nosotros creemos que es el sitio donde mayores posibilidades hay de encontrar casi intactas ruinas megalíticas que podrían hablarnos claramente sobre el pasado prehistórico de este planeta ).
El exámen detallado de los sedimentos ricos en fósiles antárticos no había sido posible antes, ya que cualquier resto de tierra había sido destruida por la glaciación o enterrado bajo miles de metros de hielo, cosa que cambió en esta investigación realizada por los integrantes del Programa Integrado de Investigación 2010 de Perforación Oceánica, al lanzar una serie de tubos de perforación a través de cuatro kilómetros de agua para perforar el lecho marino en la llamada Tierra de Wilkes, en la costa este de la Antártida.
El Dr. James Bendle, de la Universidad de Glasgow, dijo que le resultaba increíble imaginar que un viajero del tiempo que partiera de un lugar con temperaturas bajo cero, enormes olas de mar,  glaciares, témpanos y montañas cubiertas de nieve, pudiera llegar a la misma costa en el Eoceno y remar en aguas agradablemente cálidas franqueadas por frondosos bosques.
Entre las muestras de sedimentos obtenidos había algunos pertenecientes a  una llanura, y otros a una la selva tropical cálida, dominada por helechos, palmeras y árboles pertenecientes a la familia Bombacaceae, como el famoso árbol baobab de Magdascar conocido como "el árbol de la vida".
El polen muestra que la temperatura media del Eoceno en la costa de la Antártida estaban entre 16C y 21C, informaron los científicos en la revista Nature, con veranos suaves e inviernos con temperaturas nó inferiores a los 10 º C.
Los científicos advirtieron que en el Eoceno las emisiones de CO2 en la atmósfera eran poco más del doble que las actuales, pero que si el crecimiento actual de esos gases continúa sin control, aquél escenario se podría repetir en apenas unos cientos de años.

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